Reportando24-7rd, 30 de Septiembre de 2024 | Santo Domingo.- Osvaldo José Virgil Pichardo, conocido mundialmente como «Ozzie» Virgil, falleció dejando un legado imborrable en el béisbol. Nacido el 17 de mayo de 1932 en Montecristi, República Dominicana, su nombre está inscrito en la historia como el primer dominicano en llegar a las Grandes Ligas de Béisbol (MLB), allanando el camino para futuras generaciones de jugadores latinos.
Virgil debutó en la MLB en 1956 y se mantuvo activo hasta 1969, representando a equipos icónicos como los New York Giants, Detroit Tigers, Kansas City Athletics, Baltimore Orioles, Pittsburgh Pirates y San Francisco Giants. Aunque su posición principal era la de tercera base, su gran versatilidad le permitió desempeñarse en casi todas las posiciones del campo, exceptuando las de lanzador y jardinero central. Durante su carrera, registró un promedio de bateo de .231, con 14 cuadrangulares y 73 carreras impulsadas en 324 juegos.
Ozzie también dejó su huella en las ligas menores, destacándose en los Rochester Red Wings de la International League, donde su pasión y habilidades fueron evidentes.
En la pelota dominicana, Virgil brilló con los Leones del Escogido y las Águilas Cibaeñas entre 1955 y 1970. En la temporada 1956-57 de la Liga de Béisbol Profesional de la República Dominicana (LIDOM), fue nombrado Jugador Más Valioso y se coronó campeón de bateo. En 1984, fue exaltado al Pabellón de la Fama del Deporte Dominicano, un reconocimiento a su sobresaliente trayectoria.
Tras retirarse como jugador, Virgil continuó contribuyendo al béisbol. Durante 19 temporadas, se desempeñó como entrenador en equipos como los San Francisco Giants, Montreal Expos, San Diego Padres y Seattle Mariners, siendo una figura clave en el desarrollo de nuevas generaciones de peloteros. En la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, dirigió a los Leones del Caracas, Tigres de Aragua, Tiburones de La Guaira y Cardenales de Lara, logrando conquistar cuatro títulos.
Ozzie Virgil fue mucho más que un jugador de béisbol. Su dedicación, esfuerzo y pasión lo convirtieron en un símbolo de superación e inspiración para los peloteros que sueñan con alcanzar las Grandes Ligas. Su legado continúa vivo, resonando en cada rincón del mundo donde se juega este amado deporte.